¿Por
qué los cambios? ¿Por qué le temo? ¿Por qué corro? Si hubiera una respuesta
para mis infinitas preguntas, me daría cuenta que es mejor ir por la vida sin
responderlas, porque respondiendolas no viviría la aventura de la espontaneidad
de las cosas. Saber analizar cada momento lindo en el que vivimos. Y saber
destacar el momento feo después de un error, aprender de ese momento,
comprender situaciones en las que es necesaria la capacidad de mi mente cuerda
para solucionar problemas. Mente cuerda. Cabeza dura. Cabeza hueca. Y un poco
de simpleza para el momento, una pequeña sonrisa que alivia la tensión Una
caricia de confianza como una mano extendida para brindar un perdón. Un abrazo
sin tiempo. Sin fin. Infinito. Infinidades de momentos en los que vivir pura y
simplemente es lo que cuenta, sin problemas, sin idas, sin vueltas. Simple.
Corto. Y por mas que cueste aquí vemos, como lentamente sale el sol, lo vemos
salir y no podemos imaginar que es lo que esta pasando, aquel miedo se va,
cuando las luces por fin salen. Cuando la oscuridad ya se fue, aquel miedo se
va con ella. Con la oscuridad. Y ahora en este sol, te veo, si que lo hago,
puedo verte. Tan natural, como aquel día en el que no te conocía ahora te
conozco, pero cuando sale el sol todo es mejor y el hechizo vuelve a raptarme.